La igualdad de oportunidades, base del contrato social de nuestras democracias, se vuelve cada vez más un espejismo. Mientras tanto, la desigualdad mundial llega a límites ingestionables para cualquier democracia.
La igualdad de oportunidades, base del contrato social de nuestras democracias, se vuelve cada vez más un espejismo. Mientras tanto, la desigualdad mundial llega a límites ingestionables para cualquier democracia.