La extrema derecha usa artificios lingüísticos y conceptuales para acercarse al poder. Evoca un «patriotismo» renovado y salvador, una «Europa de naciones» melodiosas y una lucha sin cuartel contra las «élites» económicas de esta Europa «burocrática y despótica», pero todo esto no son más que patrañas.
España
Era una cosa del resto de Europa, no de España. La extrema derecha ni estaba ni se la esperaba. Cuarenta años de dictadura nos habían hecho comprender que por ahí futuro no había. Y en realidad seguimos siendo la excepción.
En este último itinerario por Europa, descubrimos cómo el sur, durante años acusado de poco fiable, se ha levantado y reclama recobrar el lugar que le corresponde en la UE. Si Italia atraviesa un momento de hartazgo generalizado, otros países como Portugal proponen no solo una nueva concepción de la política, sino también medidas de esperanza para un continente que ha confundido tecnocracia con austeridad.