Actuar rápido y sin reflexionar con los Balcanes no es una gran idea. Eso la UE lo ha comprobado ya de la peor manera posible más de una vez. En un momento en que la región necesita claridad y supervisión para alcanzar gradualmente los estándares europeos, Emmanuel Macron, el presidente francés, parece que se perdió un capítulo de la serie y no termina de entenderlo. LA MIRADA EUROPEA propone en español el análisis de Zoran Radosavljević de EURACTIV.
Zoran RADOSAVLJEVIĆ
Justo cuando parecía que los seis países de los Balcanes Occidentales comenzaban a ver la luz (la posibilidad de la ampliación volvía a estar sobre la mesa de la UE y la perspectiva de la adhesión tomaba una forma y unos tiempos más concretos), entró en escena el presidente francés para hacer añicos la ilusión.
En sus respuestas a las preguntas de los eurodiputados de Estrasburgo, que curiosamente fueron poco cubiertas por los medios, Emmanuel Macron, la última gran esperanza de la UE, afirmó no estar a favor de una nueva ampliación de la UE en un futuro previsible y aseguró que Francia solo apoyaría la expansión del bloque cuando primero se hubiese producido «una profundización y una reforma de nuestra Europa», lo que sonó al himno de su visión, en la cual, por cierto, no había habido espacio para mencionar el proceso de adhesión de nuevos países hasta la semana anterior.
Los expertos en asuntos europeos saben que cada reforma ambiciosa del bloque supone más de una década de tira y afloja previo.
«No quiero que los Balcanes se tornen hacia Turquía o Rusia, pero tampoco quiero una Europa que, funcionando con dificultad a 28 y mañana a 27, decida que podemos seguir avanzando en un futuro próximo a 30 o 32 con las mismas reglas», explicó el presidente francés. Todo esto cuando el documento estratégico presentado por la Comisión ya había propuesto con timidez 2025 como fecha para que los Estados candidatos mejor posicionados, Montenegro y Serbia, pudiesen acceder a la Unión.
Los expertos en asuntos europeos siempre explican que cada reforma ambiciosa del bloque supone más de una década de tira y afloja previo, tal es la naturaleza de la compleja bestia europea. Así que, si nos tomamos en serio las palabras de Macron, podríamos concluir que la ampliación no será una opción real hasta después de 2030. Y para que la ironía resulte aún más conmovedora, cabe destacar que las declaraciones de Macron llegaron el mismo día en que la Comisión recomendó iniciar las conversaciones de adhesión con otros dos países balcánicos, Albania y Macedonia.
Cuando Jean-Claude Juncker tomó las riendas de la Comisión en 2014 y afirmó que no habría habido ninguna nueva adhesión durante su mandato, la región entera se sumió de nuevo en la atrofia política.
Ahora bien, puesto que cada paso del proceso de adhesión debe ser aprobado por todos los Estados miembros, es lícito preguntarse si Francia aceptará abrir conversaciones con estos dos nuevos candidatos. Otra opción sería que optara por frenarlas sin dejar de alentar, por su lado, los progresos de Montenegro y de Serbia, dos países con los que ha mantenido tradicionalmente relaciones amistosas.
Sea la que sea la forma en que el edificio se derrumba, lo cierto es que el precedente de desalentar públicamente la entrada de estos países en la UE ya existe. Cuando Jean-Claude Juncker tomó las riendas de la Comisión en 2014 y afirmó que no habría habido ninguna nueva adhesión durante su mandato, la región entera se desmotivó, desaceleró las reformas y se sumió de nuevo en la atrofia política y en un recrudecimiento de las tensiones étnicas.
Desde entonces, Juncker ha aprendido la lección. En Estrasburgo, donde fue el centro de atención junto a Macron, avisó: «si alejamos de estos países la perspectiva europea, dado lo complicada que resulta la región, debo decir que, por desgracia, volveremos a vivir lo que ya vivimos en los años noventa. Yo no quiero que los Balcanes Occidentales vuelvan a la guerra». Si bien resulta poco probable una confrontación armada, lo cierto es que sí hay otros peligros acechando con Rusia, Turquía y China deseando poder establecerse allí a sus anchas.
La cumbre entre la UE y los Balcanes Occidentales, que tendrá lugar el 17 de mayo en Sofía (Bulgaria), podría ser la última oportunidad para darle a los Balcanes la seguridad de que Europa se toma en serio su entrada en el club comunitario. Y de que Europa habla con una sola voz.
Traducción de Rafael Guillermo LÓPEZ JUÁREZ
Este artículo fue publicado en inglés en EURACTIV el 25 de abril de 2018. El autor ha dado su consentimiento expreso para publicarlo en español en LA MIRADA EUROPEA.
Zoran RADOSAVLJEVIĆ fue corresponsal de Reuters en los Balcanes entre 1993 y 2015 y ayudó a que Reuters se convirtiera en la principal fuente internacional de noticias políticas y financieras en la región gracias a la planificación, la redacción y la edición de las principales historias, desde las guerras de la antigua Yugoslavia hasta la crisis migratoria de 2015, pasando por la aparición de los mercados de deuda y por las crisis financieras que sacudieron Europa en 2008. Actualmente es el director editorial de EURACTIV.