El presupuesto plurianual, primera parte: ¿en qué se gastará la Comisión tu dinero hasta 2027?

Günther Hermann Oettinger, comisario europeo encargado del presupuesto.

Siempre que se habla de presupuestos a alguno le viene la parálisis facial, otros entran en crisis y la mayoría bosteza. Sí, en efecto hablar de política presupuestaria no es divertido, pero la Comisión presentó a principios de mayo su propuesta para el periodo 2020-2027 y vale la pena analizarla porque se trata del primer movimiento de una sinfonía bélica que compondrán todos los Estados miembros en Bruselas para decidir en qué se gastarán nuestro dinero durante los próximo siete años.

Rafael Guillermo LÓPEZ JUÁREZ

Sí, siete años es mucho tiempo y no tiene sentido decidir ya en qué necesitaremos el dinero en 2025, pero la crítica la dejamos para un segundo artículo. En este vamos a intentar dilucidar qué propone el ejecutivo comunitario saliente.

Algunas formalidades son interesantes. La salida del Reino Unido de la Unión Europea nos regalará un recorte de unos 12.000 y 14.000 millones de euros anuales. Si bien la cifra es moderada, el cambio es significativo ya que el país era contribuyente neto, es decir, aportaba más a las arcas comunitarias de lo que recibía, lo que significa que todos los países deberán ahora aumentar su parte al presupuesto común.

Y aún así el dinero total disponible aumentará, según la Comisión, paradojas del mundo. El presupuesto pasará del 1% del PIB europeo al 1,18%, lo que traducido supone unos 1135 mil millones de euros, entre los que se integrará el Fondo Europeo de Desarrollo, principal instrumento para financiar la cooperación con países de África, del Caribe y del Pacífico, que hasta ahora constituía un acuerdo intergubernamental. Ahora bien, no todo serán aportaciones de los Estados miembros: la Comisión pretende mejorar su propia financiación para aumentar así su independencia frente a los egoísmos nacionales.

La Comisión propone que los beneficios que obtiene el BCE por imprimir euros vayan directamente a las arcas comunitarias, una propuesta que no gusta en las capitales nacionales.

Con todo será imperfecta, porque el 80% de sus arcas europeas seguirá proveniendo de los Estados. El 20% restante lo conformarán distintos instrumentos. Los de siempre son dos: el IVA, con una tasa uniforme del 0,3%, y lo que pagan las empresas de fuera de la UE cuando quieren importar sus productos (la aduana compartida). Pero la Comisión propone novedades, en concreto tres. Primero, que los beneficios que obtiene el Banco Central Europeo por imprimir euros vayan directamente a las arcas comunitarias, una propuesta que no gusta en las capitales nacionales. Segundo, que aparezca un tipo del 3% sobre el impuesto de sociedades. Por último, que se introduzca una contribución nacional de 0,8 euros por kilo calculada sobre el volumen de residuos de envases de plástico no reciclados en cada país, con el objetivo de incitar a los Estados a respetar el medioambiente.

Además, aunque esto no se sabe, conviene subrayar que el Reino Unido llevaba décadas disfrutando de un complejo sistema de correcciones que le permitía recuperar más dinero del debido, un privilegio solicitado luego también por otros miembros. Aprovechando que los británicos se van, la Comisión ha propuesto ahora que se eliminen todas y cada una de las correcciones. Algunos Estados pondrán el grito en el cielo, sobre todo porque el ejecutivo también ha propuesto disminuir del 20% al 10% el importe que los Estados conservan de los impuestos aduaneros europeos. Suenan campanas de guerra. Por tan poco…

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RESPETO AL ESTADO DE DERECHO O ADIÓS

Pues sí, habrá guerra seguro, sobre todo por la condicionalidad que quiere introducir la Comisión. La presión de los nórdicos y, sobre todo, de la todopoderosa Alemania, logrará su aprobación, pero la polémica está servida. La medida consiste en que si un Estado miembro pone en jaque el Estado de derecho, por ejemplo, porque interfiere en el libre funcionamiento del poder judicial o porque pone trabas a las sanciones por fraude o corrupción, dicho país vería suspendido, reducido o restringido su acceso a los fondos estructurales europeos, «de forma proporcional a la naturaleza y a la gravedad de la falta cometida», mitiga el ejecutivo comunitario. Pero la advertencia está ahí.

Los programas para jóvenes (Erasmus+, el Cuerpo Europeo de Solidaridad y el apoyo al Interrail para jóvenes) duplican su financiación.

El mecanismo, pensado claramente para las preocupantes Polonia y Hungría, que obviamente lo rechazan inaugurando una nueva crisis entre los países del este y del oeste de Europa, no afectaría a los beneficiarios individuales. Dicho de otro modo, los estudiantes Erasmus, los investigadores, la sociedad civil o cualesquiera otros destinatarios de esos países seguirían recibiendo los pagos que se les hubiese prometido, no así sus gobiernos.

LAS NUEVAS PRIORIDADES

Explicó Günther Hermann Oettinger, actual comisario de programación financiera y presupuestos (alemán y conservador, ¿lo dudaban?), que el objetivo del nuevo presupuesto es «subrayar el valor añadido que supone la UE», lo que supone que «invertiremos más en las áreas en las que es más eficaz actuar conjuntamente», a saber, en investigación y educación, en política migratoria, en control de fronteras y en defensa. El énfasis puesto en estas áreas responde sin duda al actual contexto geopolítico: la Comisión no solo afirma considerar prioritario atender la emergencia humanitaria de los refugiados, sino que entiende que Europa, desde la elección de Donald Trump, tiene el deber de pensar en protegerse autónomamente, sin depender (tanto) de Estados Unidos, que hoy paga buena parte de la defensa del viejo continente.

Dicho lo cual, podemos ver en concreto dónde se invertirá más. Tiene buena pinta: las inversiones para la transformación digital aumentan casi nueve veces hasta alcanzar los 12.000 millones de euros. También se ven favorecidos los jóvenes, futuros votantes europeístas, se espera: los programas a ellos destinados (Erasmus+, con 30.000 millones de euros, el Cuerpo Europeo de Solidaridad, con 1300 millones, y el apoyo al Interrail para jóvenes, con 700 millones) duplican su financiación. También la gestión de fronteras exteriores y la política de asilo triplica su valor, llegando a los 33.000 millones de euros. Es más, si hoy son 1600, se ha propuesto que para 2027 haya desplegados 10.000 agentes de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex). La investigación y la innovación también aumenta un 50%, con una dotación de 100 millones de euros para los programas emblemáticos Horizonte Europa y Euratom.

Cohesión y agricultura, las dos políticas tradicionales de la UE, «continuarán financiándose», asegura la Comisión, pero menos.

Y claro, la Comisión es mayoritariamente conservadora, ya lo sabemos, así que no podía faltar la seguridad, que se incrementa en un 40% hasta situarse en unos 4800 millones de euros. Se fomentará la movilidad militar y se creará un fondo de defensa de unos 13.000 millones de euros para mutualizar el gasto nacional en investigación y desarrollo. Por último, la acción exterior aumenta en un 26% hasta alcanzar los 120.000 millones de euros, con una especial atención a los países candidatos a la adhesión.

MENOS COHESIÓN Y AGRICULTURA

Si se aumenta por un lado, se debe disminuir por otro, sobre todo cuando los egoístas Estados-nación no están dispuestos a incrementar su contribución a la hucha común. Así, cohesión social y agricultura, las dos políticas tradicionales de la UE, «continuarán financiándose», pero menos, «para que podamos beneficiarnos de la calidad de nuestros productos agrícolas y para que las regiones puedan superar su atraso económico», expuso Oettinger.

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Para que nos entendamos: ambas partidas sufren cada una un recorte del 5%. Si antes juntas conformaban un 70% del presupuesto comunitario, ahora supondrán un 60%, tal y como solicitaban Dinamarca, Países Bajos, Austria y Suecia. Esté bien o esté mal, así será. Se defiende la Comisión aduciendo que, ahora que la UE ha adquirido nuevos compromisos en otras áreas, es normal que los porcentajes relativos de estas dos grandes políticas disminuyan: «la idea es seguir cumpliendo los objetivos esenciales, pero reorientando la ayuda hacia donde más se necesite».

En el caso de la Política Agrícola Común (PAC), la modernización era en realidad necesaria. Desde hace décadas, por pura deriva del sistema, se ha venido financiando a grandes explotaciones que ya no necesitan en absoluto ayudas de la UE. Aunque habrá que ver su aplicación concreta, para comprobar si este tipo de situaciones no se vuelven a producir, lo cierto es que la Comisión ha afirmado que reducirá estos subsidios, mediante un tope de 60.000 euros de ayuda por beneficiario, y que hará mayor hincapié en el apoyo a las pequeñas y medianas explotaciones para mantener, por una parte, la calidad y precios asequibles para los consumidores y para reforzar, por otra, el tejido económico y social de las zonas rurales.

Los nuevos criterios en la política de cohesión provocarán una disminución de los fondos para los Estados exsoviéticos de Europa Central y los reconducirán a Grecia, a España y a Italia.

Finalmente, la nueva política de cohesión seguirá teniendo por objetivo ayudar a las regiones más rezagadas desde un punto de vista económico y estructural para que alcancen el nivel de las regiones más punteras. En este sentido, explica la Comisión, se seguirá teniendo como primer criterio para la asignación de fondos el producto interior bruto per cápita. Sin embargo, aparecen nuevos parámetros: el nivel de desempleo (especialmente el juvenil), la lucha contra el cambio climático y la acogida y la integración de los inmigrantes. Se consuma así el segundo gran golpe a los países que entraron en 2004. Fin de la cita.

RESULTADOS PREVISTOS

Los cambios son modestos, pero al ser numerosos tendrán efectos que se observarán a simple vista. Sin ir más lejos, los nuevos criterios en la política de cohesión provocarán una disminución de los fondos en los países cuya renta per cápita es más baja que la media, es decir, en los Estados exsoviéticos de Europa Central, y los reconducirán a Grecia, a España y a Italia, menos pobres pero más golpeados por las disfunciones de la unión monetaria durante la crisis y por la presión migratoria.

Es una buena noticia para España, por tanto. Aunque las autoridades españolas declaraban estar seguras de que España pasaría a ser contribuyente neto (esto es, a pagar más de lo que recibe), las ayudas al paro juvenil y a la inmigración podrían cambiar las tornas y moderar el impacto del Brexit sobre las arcas públicas españolas. En el reverso de la moneda, no obstante, se halla el hecho, como decimos, de que la convergencia económica de los Estados más pobres del centro y del este de Europa se verá dañada por estas nuevas prioridades.

Para concluir, convendría señalar un punto loable: la Comisión Europea ha hecho un esfuerzo por parchear con el dinero de que dispone, que es poco, las disfunciones de la inconclusa y deficitaria unión monetaria, sobre todo tras los problemas derivados de la mala gestión política de la crisis financiera. Esto no resolverá en absoluto el problema y es más que evidente que será necesaria una reforma inminente y profunda de la Unión, pero es una medida provisional que mitiga los efectos de la estructura actual.

Asimismo, tras los atentados terroristas y la crisis migratoria, la Comisión parece haber aprendido la lección y, a pesar de la rigidez que supone un presupuesto para siete años, ha propuesto crear una «reserva de la Unión» para mejorar la flexibilidad del presupuesto y responder con eficacia a situaciones de emergencia. La elección de objetivos más claros y la simplificación de los programas-marco, que pasan de cincuenta y ocho a treinta y siete (muchos se convierten en subprogramas de los principales), es también una buena noticia, ya que permiten reorganizar e integrar acciones paralelas para lograr objetivos con mayor impacto.

Ahora bien, no todo es de color de rosa ni tampoco somos todos unos conservadores convencidos. En un segundo artículo, veremos qué se podría haber propuesto de otra manera y cómo es necesaria una reforma en serio del diminuto presupuesto europeo.

Haz clic aquí para leer la segunda parte Por qué este presupuesto de la Comisión podría ser el último.

Sigue informándote:

Información generalista sobre el presupuesto plurianual (en español).

Página web de la UE sobre el presupuesto europeo (en inglés).