El desafío de la inmigración: notas sobre el Consejo Europeo de junio de 2018

Tras el Consejo Europeo más explosivo de los últimos años, LA MIRADA EUROPEA presenta el análisis de Rogelio Pérez Bustamante y de Julio Guinea Bonillo, expertos en asuntos europeos de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

Rogelio PÉREZ BUSTAMANTE y Julio GUINEA BONILLO

Con la reactivación del largo y difícilmente evitable problema de la inmigración que se ha convertido en el caballo de Troya de la propia construcción Europea se celebró el previsto encuentro de junio de los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros de la Unión Europea el pasado 28 y 29 de junio en Bruselas, poniéndose de nuevo de manifiesto que el proyecto de integración europeo se encuentra en un momento de máxima tensión.

Aunque el debate asumió la responsabilidad de impulsar la defensa europea desarrollando las importantes iniciativas previstas en el marco de la Cooperación Estructurada Permanente (CEP), sin olvidar la necesidad de la coordinación y cooperación con la OTAN, y asimismo abordó los grandes temas de empleo, crecimiento y competitividad y, específicamente, la innovación y el Mercado Único Digital, fue la inmigración el tema central al ser evidente que los líderes de los distintos países venían manifestando sus opiniones, muchas veces contrapuestas o enfrentadas, sin una clara visión de conjunto, lo que impide realmente que Europa se muestre ante la Comunidad Internacional como un bloque de Estados unidos ante la adversidad.

La reunión estuvo precedida por una nueva crisis en el seno de las instituciones. Recordemos que hace pocas semanas, el buque Aquarius rescató en el Mediterráneo central a más de 600 migrantes procedentes del continente africano y los Estados miembros más próximos al buque, tanto Italia como Malta, se negaron a aceptar el desembarco de lo que fue calificado por el ministro de interior italiano como «carne humana». La tensión progresaría en los días siguientes al calificar Francia la actuación de Italia de inoportuna, respondiendo los italianos que la hipócrita República Francesa no les podía dar lecciones. En definitiva, un cruce de acusaciones que da sobrada muestra de lo mal avenidos que se encuentran los Estados en el seno de la Unión, sobre todo porque los distintos gobiernos de muy diferente ideología no se entienden entre sí.

Por desgracia, cada vez se emplea más una retórica nacionalista, con un discurso cargado de tintes xenófobos y excluyentes, donde se entremezclan las falsas verdades con las soluciones fáciles edulcoradas.

Por un momento, pareciese que los dirigentes políticos de algunos Estados miembros se olvidasen de los compromisos que han asumido al formar parte de la Unión Europea, en concreto del artículo 2 del Tratado de la Unión Europea. No solamente por la crisis de la migración. También otro de los aspectos del artículo 2, como el Estado de Derecho, se encuentra en una situación muy comprometida en algunos Estados miembros de la Unión. En concreto, Polonia deliberadamente lo erosiona y el Consejo Europeo no ha hecho la menor referencia en sus conclusiones, a pesar de que ya se encuentra activado el mecanismo, del artículo 7 del Tratado de la Unión, para detener las violaciones contra los principios y valores fundacionales de la Unión.

Por desgracia, cada vez se emplea más una retórica nacionalista, con un discurso en el fondo y en las formas cargado de tintes xenófobos, excluyentes y muy provocadores, donde se entremezclan las falsas verdades con las soluciones fáciles edulcoradas, del tipo: «el problema de la inmigración se soluciona cerrando los puertos», o bien aquella de «la devolución a nuestro estado de su soberanía se soluciona con salirse de la Unión». Nada más lejos de la realidad.

La tragedia de la migración que trata de cruzar el Mediterráneo prosigue y ello es bien conocido en las instancias europeas y en la responsabilidad de los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados de la Unión. En el marco actual, y en esta reunión, se asume de nuevo la necesidad de reforzar las relaciones de la Unión Europea con Turquía, dado que el acuerdo de readmisión y los acuerdos bilaterales siguen vigentes. Por ello, se efectuarán mayores desembolsos económicos para que el país turco controle a los migrantes y evite que se lancen al Mediterráneo tratando de alcanzar las costas griegas.

La falta de una política de migración comunitaria podría ocasionar un problema mayor que el provocado por la crisis económica y financiera, nacida en gran medida por la deficiente construcción de la Unión Económica y Monetaria.

Una novedad destacable es la creación de las denominadas plataformas regionales de desembarco, que vienen a solucionar la despreciable actitud que mantienen los Estados de asumir la protección de los migrantes o solicitantes de asilo internacional en sus respectivos territorios. Este nuevo planteamiento no es en absoluto vanguardista, simplemente supone trasladar la responsabilidad de los europeos allende sus fronteras, facilitando los recursos financieros para que se construyan centros a los cuales lleguen las personas rescatadas en la travesía por el mar y se las derive a estos centros de internamiento que no se encontrarán en suelo europeo.

Los estadistas europeos entienden que es más sencillo habilitar dinero a Estados que no se encuentran todavía bien consolidados como podría ser Libia o incluso los Estados del Sahel, cuya fronteras son inmensas y permeables al tráfico de personas, armas o estupefacientes, y es de donde proceden una gran cantidad de migrantes económicos.

Por otra parte, los migrantes que accedan a la Unión y consigan tocar suelo europeo serán trasladados a centros controlados en los Estados miembros, aunque solo los tendrán aquellos que de manera voluntaria decidan construir y hacer un esfuerzo solidario para asumir migrantes que accedan al territorio comunitario por cualquiera de las fronteras exteriores de la Unión. Adicionalmente, se ha enfatizado la necesidad de contar con instrumentos de más flexibilidad para dotar de liquidez suficiente ante gastos imprevistos y por supuesto reformar el Reglamento de Dublín, en aras de alcanzar un verdadero sistema europeo común de asilo, porque el actualmente vigente es injusto en todos los sentidos.

Parece evidente que las dificultades de la Unión Europea para establecer una verdadera y eficaz política de migración con un control más efectivo de las fronteras exteriores puede ser tan grave y ocasionar aún un problema mayor que el provocado por la crisis económica y financiera, nacida en gran medida por la deficiente construcción de la Unión Económica y Monetaria. El problema más grave se plantea en Alemania en donde el ala más conservadora de la coalición gubernamental, el partido bávaro CSU y también el partido democristiano de la canciller, la CDU, están decididos a endurecer la política de acogida de migrantes a nivel nacional y europeo provocándose si es necesario una crisis política sin precedentes en Alemania.

Al día siguiente, el 29 de junio de 2018, los líderes europeos también tuvieron unas palabras para mencionar el avance de las negociaciones del Brexit. El Consejo Europeo sin contar con Reino Unido mantuvo una reunión exclusivamente para tratar con el negociador principal de la Unión, Michel Barnier, el estado de la cuestión. En los puntos finales fue necesario citar a Gibraltar porque la aplicación territorial del acuerdo podía poner en apuros al gobierno británico, que actualmente no acepta las condiciones del gobierno español.

La dificultad ahora está en combinar los intereses nacionales con los valores éticos y morales con los que la propia Unión está comprometida sin que ellos pongan en riesgo la propia construcción europea.

El Consejo Europeo admitió que en relación con el Brexit los avances no son suficientes y que los compromisos británicos deberían ser mantenidos sobre todo en la cuestión que concierne a la frontera entre Irlanda e Irlanda del norte. No obstante, dada la situación, asumen que las instituciones de la Unión deberían ya prepararse para cualquier escenario o contingencia, esto es, una salida con acuerdo o sin acuerdo. Abiertamente, los Estados no descartan que Reino Unido abandone la mesa de negociaciones y decida dar un salto al vacío cuando se convierta en un Estado tercero el 30 de marzo de 2019, pero no es el deseo de los líderes europeos, porque todas las partes están llamadas a seguir negociando con la máxima diligencia, aunque no se plegarán a las demandas británicas si son excesivas.

En definitiva, un Consejo Europeo cargado de tensión, de pocos avances, pero con la destacada presencia del gobierno español, del presidente español Pedro Sánchez, que se le ha visto de manera muy activa negociando borradores y acuerdos hasta altas horas de la madrugada y manteniendo contactos bilaterales con jefes de Estado y de Gobierno de otros Estados miembros en clara sintonía con los intereses de la Unión. Una vez más, nos parecen acertadas las frases del gran europeísta, Jacques Delors, Ciudadano de Honor de la Unión Europea, cuando manifiesta lo siguiente: «me gusta decir que la construcción europea, con sus crisis y períodos de duda, no la podemos comparar con un largo río tranquilo. De hecho, su historia es la de una navegación a menudo difícil, con bonanza y con temporal, a través de las aguas combinadas de sus afluentes. El río Euro es el producto de tres afluentes llamados Gran Mercado, Cohesión Económica y Cooperación Monetaria». La dificultad ahora está en combinar los intereses nacionales con los valores éticos y morales con los que la propia Unión está comprometida sin que ellos pongan en riesgo la propia construcción europea.

Rogelio PÉREZ BUSTAMANTE es Catedrático en Historia del Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y Catedrático Jean Monnet ad Personam.

Julio GUINEA BONILLO es Doctor en Derecho, Historiador, Politólogo e Internacionalista, profesor en la Universidad Rey Juan Carlos y en la Universidad Europea de Madrid.