Votemos: es el momento de la gente

Foto de Javier Allegue Barros en Unsplash.

Votemos hoy por quienes nos ofrecen esperanza en lugar de odio, por los que suman y no dividen. Si hay una Europa que valga la pena, es aquella que construya un futuro donde quepamos todos, en el que haya oportunidades de prosperidad individual y colectiva.

Rafael Guillermo LÓPEZ JUÁREZ

«En cuanto a la educación de nuestros niños, creo que hay que enseñarles no las pequeñas virtudes, sino las grandes. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia al dinero; no la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor a la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo del éxito, sino el deseo de ser y de conocer».

(Natalia Ginzburg – Las pequeñas virtudes)

Entiendo a los europeos que hoy no piensan ir a votar, no los culpo. Tienen sus razones y son potentes. Los políticos nos han repetido una y otra vez que los populistas son la causa de todos nuestros males, pero nosotros sabemos que en realidad son la consecuencia de más de una década de malas políticas.

Hablan de crecimiento económico y de prosperidad, pero a muchos no llega.

Pienso en la de tiempo que podríamos haber ahorrado si en lugar de infligir tanto dolor económico hubiésemos hecho políticas más sensatas, si nuestros políticos hubiesen paseado más a menudo por los barrios de nuestras ciudades.

Comprendo el desánimo de los que escuchan a los líderes europeos y nacionales decir que la crisis ya ha pasado, cuando en nuestras regiones seguimos viendo a nuestro alrededor, o sufriendo en carne propia, la precariedad laboral o el desempleo, la impotencia ante la pérdida de derechos laborales, las dificultades para llegar a final de mes y la concatenación de contratos temporales. Algunos hemos visto a padres de familia ir a Cáritas a recoger comida y también hemos notado un aumento en el número de personas que viven en la calle. ¿Cómo no van los europeos a sentirse desmotivados para votar por unos políticos alejados de la realidad que ellos mismos palpan?

Comprendo el desánimo de los que escuchan a los líderes europeos y nacionales decir que la crisis ya ha pasado.

El populismo surge después, cuando no hay respuestas a los problemas de aquellos que deberían encontrarlas, cuando no sabes qué más hacer para salir adelante y todas las opciones políticas parecen idénticas.

Como sureño, además, hoy más que nunca entiendo a los europeos mediterráneos que no comprenden por qué las élites elogian siempre a Angela Merkel y su «moderación». Es al revés, piensan, ha sido precisamente su radicalidad, su rigidez ideológica y la de los que la acompañaban (Wolfgang Schäuble, sin ir más lejos) la que quebró el entusiasmo de muchos europeístas de corazón. Y como ejemplo el trato que Grecia recibió en 2015 cuando quiso frenar con argumentos una austeridad que le había hecho perder un 30% de su PIB. Aquellos comentarios tan críticos y fuera de lugar de Juncker, de Schulz y de Dijsselbloem hicieron tanta mella que nunca los olvidaremos. Esos fueron los días en los que descubrimos que la solidaridad europea significaba castigarse unos a otros.

Y sin embargo, nada de eso sirve de excusa para no votar. Votar es, junto con la forma en que gastamos nuestro dinero, el instrumento más potente con que contamos para modificar el destino de un sistema. Por eso los políticos se desviven por convencernos y contratan a expertos para persuadirnos. Por eso las dictaduras controlan la prensa libre y las grandes potencias mundiales invierten miles de millones de euros en complejas maquinarias de desinformación que desvirtúan la democracia: porque votar lo cambia todo.

Por eso voto yo, porque creo en el poder de una papeleta. Porque todavía pienso que ejerciendo mi derecho democrático contribuyo al futuro de mis padres, de mis abuelos, de mis tíos y primos, mayores y pequeños, de mis amigos y de nuestra sociedad. Voto porque votar lo cambia todo, nos lo cambia todo.

Querido europeo, si te gusta lo que ves, vota por lo mismo; si no te gusta, vota por la alternativa europeísta que más se aproxime a tu visión del mundo. Tienes donde elegir: conservadores, socialistas, liberales, izquierdistas, verdes, progresistas, cada uno además con muchos matices en su seno. Porque eso es Europa: diversidad.

Voto porque votar lo cambia todo, nos lo cambia todo.

Se puede ser de todo, salvo nacionalista. El nacionalismo nos llevó a dos guerras mundiales. Los Estados-nación siguen siendo importantes, pero Europa es el nuevo espacio de debate donde todos cabemos. Los retos a los que nos enfrentamos, y los anhelos que albergamos, son ya compartidos.

Yo voto por ti y también por mí. Voto porque creo en una sanidad pública para los que pueden permitirse un médico privado y para los que no, en una educación de calidad para que cada uno pueda elegir su camino con la libertad que solo concede una buena formación, porque creo en un mercado laboral que permita un nivel de vida digno, en un sistema público de pensiones para mis padres y para los de mi generación. Todo esto se puede defender, pero solo si avanzamos en la unión fiscal; si aumentamos a un 7% del PIB el presupuesto europeo; si reformamos el euro y algunas reglas de juego, para que se complementen con los objetivos sociales.

Hoy voto también por una Europa fuerte y unida que sea ejemplo en la lucha contra el cambio climático, que sea baluarte de los derechos humanos en el mundo por medio de su política comercial, que haga frente a los abusos de las multinacionales y de las grandes corporaciones de internet que recolectan una ingente cantidad de datos privados. Voto porque Europa prevalezca ante gigantes dictatoriales como China, porque España sola no puede hacer frente a su creciente influencia internacional. Voto por una Europa sin norte ni sur, donde podamos finalmente entendernos, una Europa de las culturas que sumen y no dividan, de las identidades superpuestas, por una Europa del talento y del mérito.

Me siento orgulloso de la Europa que avanza sin dejar a nadie ni a ningún país atrás, de la Europa que valora y promueve la diversidad, de la Europa que nos da la libertad de elegir dónde vivir y trabajar, y también de quedarnos en nuestra tierra, si así lo preferimos. Voto por una Europa que acoja a los que buscan refugio en nuestras costas y también por una Europa que proteja la seguridad de su producción agrícola. Y también defiendo y siempre defenderé los logros colectivos, que son muchos: la libre circulación de personas; los fondos para el desarrollo regional, que tanto progreso han traído; la defensa a ultranza de la libertad de expresión; el apoyo a la investigación y al programa espacial europeo; el programa Erasmus; los derechos sociales presentes en el pilar social europeo, que habrá que desarrollar en la próxima legislatura; la defensa de los derechos humanos y del principio de no discriminación, que nos permite acceder a innumerables becas y ayudas a lo largo y ancho del continente; los progresos en la economía circular y en el reciclaje; el programa de cultura Creative Europe; el desarrollo de un mercado único digital; y tantos otros…

Voto por una Europa sin norte ni sur, donde podamos finalmente entendernos, una Europa de las culturas que sumen y no dividan, de las identidades superpuestas, por una Europa del talento y del mérito.

Además, solo en el marco de una Europa unida podremos defendernos ante los abusos de nuestros gobernantes nacionales, vigilar la corrupción, defender el Estado de Derecho y ayudarnos mutuamente a mantener nuestros exigentes estándares democráticos.

Yo hoy voto porque creo en nuestro poder colectivo para marcar el rumbo y también porque en mi corta vida he tenido la suerte de experimentar el poder transformador de una ciudadanía consciente de su fuerza. Querido europeo, entiendo que hayas perdido la esperanza, pero si no votas no podremos recuperarla colectivamente. Yo voto por ti. ¿Votarías tú por mí?

Candidatos a la presidencia de la Comisión Europea/Debate sobre Europa – De izquierda a derecha: Jan Zahradil, candidato de la Alianza de Conservadores y Reformistas de Europa; Nico Cué, candidato de la Izquierda Europea; Ska Keller, candidata de los Verdes Europeos; Markus Preiss; Emilie Tran Nguyen; Margrethe Vestager, candidata de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa como miembro del Equipo Europa; Frans Timmermans, candidato del Partido de los Socialistas Europeos y Manfred Weber, candidato del Partido Popular Europeo.