Francesco Saraceno ha sido considerado esta semana uno de los cincuenta economistas más influyentes del mundo, de acuerdo con la última clasificación de «Focus Economics». En esta segunda parte de nuestro diálogo con él, con motivo de la publicación en italiano de su libro «La scienza inutile: tutto quello che non abbiamo voluto imparare dall’economia», de la editorial LUISS University Press, intentamos comprender con mayor precisión cómo se podrían arreglar las deficiencias de la UE.
Presupuesto europeo
En este segundo viaje por los rincones de Europa, vislumbramos por un lado la desazón del norte, cuya opinión pública desconfía de las intenciones de sus socios, y por otro la presión de Francia para que lleguen las ansiadas reformas mientras denuncia el perpetuo inmovilismo.
Ni nacionalistas ni conservadores, en Europa nos hacen falta visionarios. En este segundo artículo, explicamos cómo la propuesta presentada por la Comisión carece de ambición y cómo, lejos de mejorar la eficiencia del sistema, dará pábulo a los que quieren pulverizar la Unión.
Siempre que se habla de presupuestos a alguno le viene la parálisis facial, otros entran en crisis y la mayoría bosteza. Sí, en efecto hablar de política presupuestaria no es divertido, pero la Comisión presentó a principios de mayo su propuesta para el periodo 2020-2027 y vale la pena analizarla porque se trata del primer movimiento de una sinfonía bélica que compondrán todos los Estados miembros en Bruselas para decidir en qué se gastarán nuestro dinero durante los próximo siete años.
Segunda propuesta: aumentar el presupuesto europeo sin aumentar los impuestos de los ciudadanos. Se trataría de simples transferencias a un fondo común.