Los verdes europeos, con escasa representación en España, llegan a esta cita electoral con un programa que parece diseñado para atraer a los jóvenes de hoy y construir la sociedad del mañana. Si uno quiere votar por sus ideas en España dispone solo de dos opciones, Unidas Podemos o Compromiso por Europa, ya que algunos de sus candidatos pasarán a formar parte del grupo verde tras las elecciones.
Rafael Guillermo LÓPEZ JUÁREZ
Los verdes son menos conocidos en España porque sus reivindicaciones suele estar reflejadas por lo general en las propuestas socialista y de Unidas Podemos. Europa solo cuenta con cinco eurodiputados españoles y solo dos son especialmente reconocibles, Ernest Urtasun y Florent Marcellesi.
El corazón del programa propuesto por los verdes lo componen la justicia social, con un marcado acento progresista, y su combate a favor de una transición justa hacia una economía limpia que no emita carbono.

UN MANIFIESTO MODERNO
Los verdes son conscientes de que los desafíos actuales solo los podremos resolver si una Europa unida se pone a ello y logra sumar aliados a escala mundial. Antes, sin embargo, ven oportuno realizar los deberes en casa. Su primera propuesta es eliminar progresivamente las energías fósil y nuclear y recortar las emisiones para limitar el calentamiento global a un 1,5 ºC. Así, consideran urgente retirar las subvenciones a los combustibles fósiles y desarrollar las renovables para avanzar hacia una economía con cero emisiones, capaz de crear empleos sostenibles en las regiones que se vean afectadas negativamente.
En este sentido, proponen también gravar o prohibir los plásticos no reciclables para combatir la contaminación del aire y del agua, impulsando alternativas sostenibles y el reciclaje. También buscan ampliar las áreas naturales protegidas, proteger el 20% de las zonas marinas europeas y frenar cualquier financiación que dañe el medioambiente o la biodiversidad.
Los verdes proponen que ninguna desregulación se interponga en el progreso medioambiental y social.
La alimentación también es esencial. Los verdes quieren prohibir los pesticidas más tóxicos de inmediato. El dinero público, dicen, solo debería respaldar la producción de alimentos saludables, en lugar de subvencionar una agroindustria que destroza los suelos. Lo que proponen, con todo, suena a una revolución de la lógica imperante, pues se oponen a que los productos europeos inunden el mercado mundial y así arruinen la producción local de alimentos en muchos países en vías de desarrollo. Los agricultores, además, obtendrían ayudas únicamente en la medida en que protegiesen el clima, el agua o que invirtiesen en bienestar animal, protegiesen la biodiversidad y se abstuviesen de usar organismos genéticamente modificados. Otra reivindicación de los verdes es que los agricultores europeos reciban un precio justo por sus productos, liberándolos de los abusos de las multinacionales.
LO SOCIAL EN EL CENTRO
A los verdes no les gusta la austeridad entendida como el estrangulamiento de las economías nacionales. Abogan por una economía circular neutra en carbono, con un «New Green Deal», que permita invertir en el futuro; por una autoridad europea independiente que supervise al sector digital para limitar su poder en caso de abusos; y por priorizar la investigación y la innovación ecológica para dar respuesta a las necesidades sociales. Proponen, asimismo, que ninguna desregulación se interponga en el progreso medioambiental y social.
Defienden salarios justos, derechos sindicales y condiciones de trabajo dignas, así como una directiva europea que obligue a que todos los Estados miembros garanticen una renta mínima digna. En este sentido, buscan fórmulas para probar rentas básicas universales y aplicar reducciones de las horas de trabajo.
Los verdes aspiran a un sistema fiscal justo, es decir, a que todo el mundo pague su justa proporción de impuestos.
También proponen una renta mínima para todos los jóvenes como medida de protección social y una mayor inversión en educación, pues faltan, explican, importantes inversiones en la formación continua y en la recualificación profesional. Para crear europeístas, pretenden multiplicar los fondos Erasmus por diez. Todo joven, así, independientemente de sus recursos económicos, podría participar en un programa de intercambio. Otras medidas para los jóvenes son la modificación de toda legislación laboral que dificulte el acceso justo de la juventud al empleo, una mejor financiación del programa de voluntariado conocido como Cuerpo Europeo de Solidaridad y la introducción de un carné cultural europeo.
Es evidente que no haber formado parte de la última Comisión los consolida como alternativa ante otros partidos.
Para financiar todas estas medidas, los verdes aspiran a un sistema fiscal justo, es decir, a que todo el mundo pague su justa proporción de impuestos, pues «la evasión y la elusión fiscal de las empresas socava la democracia» y «contribuye a la desigualdad» y a «la corrupción». También proponen un impuesto digital a las grandes corporaciones de internet y medidas enérgicas contra los paraísos fiscales y el blanqueo de dinero.
DOS CANDIDATOS EN LUGAR DE UNO
Los verdes eligieron en noviembre a sus dos spitzenkandidaten o candidatos a presidir la Comisión Europea: una alemana, Ska Keller, ya veterana porque se presentó también en 2014, y un neerlandés, Bas Eickhout. Su joven edad los convierte a ambos en claros exponentes de una nueva generación de políticos.
Juega a su favor una supuesta coherencia, que es en realidad lo único que, en opinión de muchos simpatizantes en Bruselas, los diferencia de los socialistas. Es evidente que no haber formado parte de la última Comisión los consolida como alternativa ante otros partidos que, habiendo gobernado, se han tenido que confrontar con las incoherencias derivadas del ejercicio del poder.

Los candidatos verdes, además, buscan convertir en votos las reivindicaciones a favor del clima de los últimos meses, en las que miles de adolescentes han salido a la calle. Desde su óptica, ha llegado el momento para que su formación despegue. Con todo, la estimación de votos es baja: todos los pronósticos apuntan a que los verdes solo lograrán asegurar unos cuarenta y cinco escaños. Su única opción sería, por tanto, alinearse con su partido hermano, los socialistas, y también con la izquierda y con algunos liberales, para conformar una Comisión progresista por primera vez en la historia de la UE.